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Autor: José Rivero

Comentario:

Dicen en pasión futbolera que Pizarro no sirve, los que no sirven son ellos que viven fracasando entrenadores cada año. 2/ El Dios de las armas. Las armas son para matar, disparan balas que atraviesan la piel y se injertan en el cuerpo de otros. Los pobres otros. Las armas sirven para robar, para secuestrar y descuartizar y desaparecer. Las armas sirven para amenazar y para violar. Y, sin embargo, se venden como la marihuana o como la cocaína. Las armas sirven para suicidarse. Las armas son ahora el dios venerado por millones, las armas tienen rostro de vampiro sangriento, chupan sangre de otros. Hay tres tipos de gente, los que tienen armas, los que quieren tener armas y los otros que no quieren morir. Los que venden armas quieren matar gente y así ganar dinero, quieren robar T quieren violar T y vivir de las guerras de los malos. Las armas no son mis amigos ni los que venden armas ni los que fabrican armas. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Autor: Ernesto Piñeyro-Piñeyro

Comentario:

"Con Ojos y Oídos de Niño de 84 Años... Clamando en el Desierto". México, D. F., vs. Pueblito Fronterizo en los años 40. El primero, con varios millones de habitantes, 700 años de antigüedad desde su fundación como ciudad, por los mexicas, con edificios prehispánicos, coloniales y del Siglo XX. El segundo, establecido menos de 100 años antes, en1848 por 118 familias mexicanas, que no aceptaron quedarse del lado robado por los gringos. Con menos de 40,000 residentes en los 40, puros edificios de un piso, solo con un hotel de 4 niveles. Viajar al primero cada año por Navidad, vivir 10 meses en el segundo, más 1 mes veraniego en Tampico y Veracruz, era todo un contraste de vida climática, choque gastronómico y cultural entre las cuatro ciudades. Incluido el idioma español hablado por mis primos chilangos y costeños, traducido y explicado por mi proto progenitora, para que no se burlaran de nosotros. En el D. F., Jardines verdes por todos lados, con fuentes funcionando, grandes avenidas, mansiones impresionantes, árboles de una magnitud nunca vistos, espectaculares iglesias. Lagos enormes, uno con trajineras y mesas para comer en ellas, otro con lanchas para remar. Un zoológico con changos de verdad, leones, camellos y elefantes. ¡Un sueño! Edificios de muchos pisos y multifamiliares, mercados con frutas exóticas como el mamey, los tejocotes y otros cuyos nombres he olvidado. Gastronomía conocida solo por mi abuela, que incluía gusanos de maguey, acociles, escamoles, jumiles, ahuautles, chinicuiles, hormigas chicatanas y muchos más, que se compraban en los mercados populares del DF. Almacenes y tiendas espectaculares, una con ¡Escalera eléctrica! (¡Como al otro lado! pero esta era de un piso y aquellas de cinco!). Calles y paseos interminables que se perdían en las nieblas matutinas. Los tranvías que solo habíamos visto en Tampico y Veracruz, aquí los tenían por montones, pero más nuevos y con paredes. Iglesias, Basílicas y Templos, (Que ni la tierra de Obama tiene, je, je, je,) impresionantes por su altura, tamaño, profundidad y distancia, desde la entrada al altar, con pinturas antiquísimas y estatuas de santos y vírgenes, que parecían vigilarnos, y nos seguían con sus ojos pelones y fijos. Recuerdo que tenía compañeritos fifís, que presumían su estatus económico, sin embargo, carecían de estas experiencias y vivencias formativas, que nos daba el alternar con otras regiones de México. Incluyendo los larguísimos viajes en tren, autobús y automóvil. Una vez, en Veracruz nos dejaron subirnos al Yate presidencial de Miguel Alemán, que tenía cañones antiaéreos, ¡Toda una experiencia! En aquellos años, las familias clase medieras no llegábamos a hoteles, nos hospedábamos siempre en casa de familiares inmediatos, hermanos de papá y mamá. Solo recuerdo una vez que lo hicimos en hostales, cuando visitamos Guadalajara y San Juan de los Lagos, pues ahí no teníamos familiares. No se me olvida como mi abuela y mi madre voltearon los colchones en busca de chinches y pulgas ¡Y las encontraron! Tuvieron que comprar y ponerles un líquido insecticida que olía horrible, para que las matara. Nota bene: México cuenta con 549 especies de insectos comestibles, lo que nos convierte en uno de los países con mayor diversidad en este rubro. Su consumo no solo es parte de la tradición, sino también una alternativa nutritiva y sostenible. ¡Viva México! Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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