Autor: José Rivero
Comentario:
Aventurado comentario. A partir del año del Señor 2020 el mundo enfrenta un nuevo mal, una seguramente confusa explicación tendríamos cuando el hombre trasgrede sus tradicionales limitaciones y se atreve y pretende actuar como el mismo Dios. Antes el hombre bueno aceptaba de buena gana estar limitado al mismo Dios y a la naturaleza, ahora a su padre. Podríamos decir metafóricamente que el hombre se deja llevar por la mujer a su vez inspirada por la serpiente y se atreve a morder de la manzana prohibida. El hombre creyó ser tan poderoso como Dios cuando produjo un embarazo In vitro. Si dios tuviera comportamientos similares a los humanos se molestaría por el sacrílego desafío del hombre. Enfrentar la ira de Dios no es opción. Por lo tanto, esperemos que los sabios de la iglesia se pronuncien al respecto, y mientras, vivamos una santa humildad y enorgullezcámonos de ser hijos de Dios.
Autor: Federico Zertuche
Comentario:
Delirante, burdo y primitivo indigenismo oficial, muy distinto al indigenismo como corriente político-cultural que defiende los derechos de los pueblos indígenas. El espectáculo y manipulación indigenista de los Morenos, lo inició López Hablador como actor principal y tema central. Luego de rendir protesta en el Congreso como presidente, de inmediato se fue al Zócalo donde montó y representó toda una puesta en escena dirigida por Jesusa Rodríguez, con temática, personajes, vestimenta, coreografía, efectos especiales, música y danza presuntamente indígenas, donde "los pueblos originarios" le dieron el bastón de mando y en un ritual mágico-religioso (también inventado) lo ungieron como tlatoani. Así empezaron los numeritos indigenistas/morenos. Su heredera, la presidenta Claudia Sheinbaum no se ha quedado atrás, ella, como todo mundo sabe tiene fuertes raíces indígenas por los cuatro costados (sus antepasados eran indios europeos de Bulgaria y Lituania, (bien 'indiotes', ¡eh!), practicante como sus abuelos de ritos prehispánicos, con copal y todo, rezando a Quetzalcóatl o a la Coatlicue a diario, bueno, ya decretó al 2025 como Año de la Mujer Indígena (a ver cuándo tendremos los años de la Mujer Blanca y el de la Mujer Mestiza), muy emocionante y vibrante escena cuando ella recibió el "Bastón de Mando" del mismo tlatoani-presidente, jefe y patrón. Este indigenismo oficial alcanzó el paroxismo con la llegada de los nuevos ministros de la SCJN, luego que en la elección de "los acordeones" en la que votaron menos del 10% del padrón, 'sorpresivamente' salieron electos justamente quienes aparecieron en dichos acordeones (que raro, verdad), bueno, quien más votos obtuvo fue un indio, Hugo Aguilar Ortiz, activista al servicio de López Hablador, quien resultó presidente de la Corte. Al principio quería desterrar la toga negra y vestirse de indio en su lugar, luego declinó cuando se percató de su insensatez. El numerito lo reservó para el día de la toma de posesión de él y los otros ministros. Montó a usanza de López Hablador un escenario donde se representó un ritual mágico-religioso todavía más teatral, un show para 'purificarse' (vaya usted a saber de qué) mediante una amalgama confusa y difusa de prácticas indígenas. Hugo Aguilar llegó vestido de indio, sombrero de plumas y huaraches, a su lado los ministros que participaron en el ritual con bastones de mando, en un momento se hincaron y devotamente le rezaron a Quetzalcóatl envueltos en humo de copal santificado, violando alegremente la Constitución que dicen salvaguardar, cuyo artículo 40 establece que México "es una república representativa, democrática, LAICA y federal." ¿A poco estos ministros juristas no conocían el artículo? En seguida reproduzco estas certeras opiniones de la doctora, historiadora y experta en estudios indígenas, Fausta Gantús: "...afirmo que todas son puestas en escena, porque, ¿a qué cultura indígena/originaria se reconoce en esos actos en los que la diversidad y la pluralidad étnico-cultural se diluye en una amalgama de todo y nada? ¿Qué hacen "paganos/as" como AMLO, CSP y los nuevos integrantes de la SC participando en rituales en los que se requiere creer para pertenecer y pertenecer para creer? ¿Qué hace un indio oaxaqueño, cuyas culturas originarias son la zapoteca, la mixteca, la mije, entre otras muchas, rindiendo culto al Quetzalcóatl de los mexicas? El supuesto 'culto' a Quetzalcóatl de la 'nueva' suprema corte, no es un culto, ni siquiera es ceremonia religiosa, ninguno de los dos, es tan solo un performance del Estado-gobierno mexicano". Los pueblos y culturas indígenas en México son muy diversos y heterogéneos, no son iguales unos y otros, tienen lengua, cultura, tradiciones e historias diferenciadas, ninguno de los cuales se ha pronunciado o participado en tales numeritos oficiales, ninguno, los indios que salen actuando son pagados y manipulados, los instrumentaliza el gobierno. El señor licenciado don Benito Juárez García, que nació y creció como indio zapoteca hasta temprana edad, luego fue un reconocido abogado postulante, ministro y presidente de la Corte de Oaxaca, e iguales cargos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, aparte de presidente, nunca más se vistió de indio ni andaba participando en ritos prehispánicos religiosos haciéndola de pedo, era un hombre sensato y austero. Creo que no hay que perder de vista que nuestro país está conformado por un 10% de indios, otro 10% de blancos y 80% de mestizos, pero para la retórica y demagogia de los blancos que nos gobiernan, los indios están por encima de los demás, políticamente es redituable y les funciona bien, es popular.
Autor: Ernesto Piñeyro-Piñeyro
Comentario:
"Con Ojos y Oídos de Niño de 84 Años... Clamando en el Desierto". 1.- Las Panaderías de mi Infancia. Estoy hablando de los años 40, en mi pueblito fronterizo. En aquellos años, casi todo el pan dulce que se consumía en casa, era hecho por mi madre, que primero hacía mermeladas de hasta diez frutas, como membrillos, camotes, calabaza, manzanas, fresas, guayabas, duraznos, piña y otros. Con las cáscaras de la piña, mi abuela hacía tepache; las ponía en un gran jarro de 5 o 6 litros, con un piloncillo y lo tapaba con un lienzo. Lo dejaba por dos días en un lugar caliente debajo de la mesa de la cocina y al tercero lo colaba con el mismo lienzo, lo rebajaba con agua y nos lo daba como refresco o con la comida. Con esas mermeladas mi madre hacía empanadas con repulgo, además de los volovanes en masa de hojaldre, de camarón, bacalao a la bilbaína, catán, salpicón de jaiba y huachinango a la veracruzana, en el horno. También el pan de elote tierno, cortado en cuadros para cada uno de nosotros. El Pan de Esponja y la Rosca de Ángel con canela y vainilla, cubiertos con miel y cajeta para los niños o brandy para los mayores. Que se parecían un poco a los famosos pasteles de Savarin, el gran gastrónomo francés del Siglo XVIII. Pero eso, ¡Ella no lo sabía! Cuando la leche se cortaba, inmediatamente hacía la famosa leche quemada, así como los camotes asados y el arroz con leche. No bebíamos sodas de ningún tipo, se hacían aguas frescas con flor de Jamaica, o tamarindos carnosos y frescos traídos de la Costa del Golfo, que se hervían y desmenuzaban con los dedos. Además, licuados de papaya, tunas, melón, de sandía, limonadas y naranjadas. Con las cáscaras de las naranjas exprimidas, mi madre hacía un dulce delicioso y con las ralladuras agregadas a la masa, el pan quedaba aromatizado y con un sabor inigualable. Aunque casi todo el pan se hacía en casa, de cuando en cuando, mi abuela nos llevaba a alguna de las tres panaderías que había en el pueblo, según ella, "Para que conociéramos otros panes". Estos pequeños y humildes negocios, a pesar de sus limitados tamaños, confeccionaban más de 20 variedades de pan dulce y salado, que no había en los grandes negocios, del "otro lado". Entre ellas, conchas de chocolate o vainilla, famosísimas hasta el día de hoy en todo el país, conocidas internacionalmente; las roñosas, las revolcadas, los volcanes, polvorones, hojarascas, las jaibas, los marranitos de jengibre, los cuernitos de sal y de azúcar, además de los bolillos y los birotes para hacer tortas. Recién horneadas, las colocaban en estantes de alambre, en charolas y canastas. En fin, una variedad de panes, que desde aquellos lejanos años he guardado en mi memoria, como recuerdo a la creatividad de nuestros humildes panaderos. Que se siguen confeccionando en todo el territorio mexicano y disfrutamos ricos y pobres. El pan de caja, se traía del otro lado. Diremos que era una economía doméstica sustentable. Con todo esto, quiero enfatizar, que nunca pasamos hambres en la infancia, a diferencia de los niños de Cuba, bajo el comunismo, como veremos en la segunda parte. ¡Me están oyendo, inútiles morenistas!
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