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Autor: Ernesto Piñeyro-Piñeyro

Comentario "Con Ojos y Oídos de Niño... de 83 Años, Clamando en el Desierto". Ni a las Puertas del Infierno Cambiaron. Mis amados y pocos, pero excelentes leyentes, recordáis aquel cuentecillo de la Revolución Francesa, que narra el fin de un torvo multi asesino, violador de infantes y mujeres, condenado sumariamente a muerte por sus muchos delitos. Que cada vez que el cura del penal iba a su obscura celda y le ofrecía sus oficios diciéndole, ¡Arrepiéntete, hijo mío! Él respondía burlonamente, ¡No tengo de que arrepentirme! Llegado el día de la ejecución, camino al cadalso, detuvo al cura y le gritó, ¡Ya sé de qué me arrepiento, Dios mío! A lo que el santo varón, creyéndolo genuinamente arrepentido, reaccionó con un ¡Alabado sea el Señor, que te ilumina en el último momento de tu vida! y le preguntó, con un dulcísimo y evidente tono de triunfo, ¿De qué te arrepientes, hijo mío? A lo que el malandro respondió con un aire de superioridad y una enorme sonrisa de burla y satisfacción, ¡Me arrepiento de no haber pecado más! En mi larguísima existencia terrenal, (excluyo la cósmica), je, je, je, este cuento se lo he platicado por igual a curas católicos, que a mis amigos evangélicos. Todos se horrorizan de que haya seres humanos de tal calaña, y que así lleguen al fin de sus vidas. Este ensayo lo he estado empollando, por más de 5 o 6 años. Lo inicié después que la enfermedad terminal inminente de un ser querido, me hizo evocar, las veces que, en mi vida, tanto personal, como profesional, me topé con individuos de este calibre. Gente que ha vivido siempre en conflicto con todos y por todo. Convencidas que esa constante querulancia, rijosidad y enfrentamientos, son una muestra de su superioridad moral e intelectual y fortaleza física total, sobre las pequeñas e insignificantes personitas, así las ven. No dan tregua, ni la solicitan, esto último sería aceptar que estaban equivocados, lo cual es inadmisible en su peculiar sistema de valores. Igual critican a sus hijos, que a sus cónyuges. Los pocos amigos que les quedan, los toleran como un acto piadoso de misericordia cristiana. Sobrinos, ahijados, hermanos, abuelos y hasta a sus propios padres victimizan en su altar personal de reconvenciones. Se burlan y buscan contienda con quien sea, en el supermercado, van atropellando con el carrito, a los pobres infelices que se detuvieron a ver algún artículo y en las filas de las cajas, se la pasan arreando a clientes y cajeras. Tanto en mi consulta profesional como en la interacción social normal, he conocido varias personas de este raro talante. No eran de izquierda, porque me consta que estos, ante la inminencia del balance de sus convenencieras vidas, por las postrimerías o novísimos. Se rajan, se arrepienten, piden perdón por las ofensas cometidas, hasta se confiesan y todo lo demás. De esta calaña son AMLO y todos los Morenistas y 4Teístas. Tampoco son de derecha, porque ellos se mantienen en gracia hipócrita, asistiendo a los oficios divinos y fiestas de guardar, por si las dudas, pues es mejor que la última llamada los coja confesados. Estos personajes, son seres comunes y corrientes que vivieron sus vidas al revés del Cristo, "Per transit maleficiando", (latín mío), más je, je, je. Se dedicaron a hacer el mal, sin prisa, ni pausa. Fueron los enemigos ocultos, que disparaban desde la obscuridad, metralla infestada de dudas y odio, de manera indiscriminada a todo el mundo, por lo cual se sentían superiores a todos. Los que sembraban dudas, dividían, esparcían rumores y los inventaban. Proliferan y se reproducen con éxito, entre los políticos de todas las tendencias. Solo vean a los polacos nacionales y extranjeros. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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